Noticia de El Economista

El éxito de un negocio es difícil de alcanzar. Lo mejor es, antes de lanzarse al emprendimiento, estudiar muy bien, a través de un plan de negocio, la viabilidad del mismo escudriñando el mercado y analizando la competencia. Además, una vez que se ha puesto en marcha, llevar una buena gestión financiera facilitará que las cosas funcionen correctamente y la actividad de beneficios.

En este texto se recogen algunos consejos que ayudarán a autónomos y pymes a gestionar de la forma óptima un negocio:

1. Equilibrar la financiación externa y la capacidad de generar beneficio

Lo normal es que para comenzar un negocio haya que recurrir a financiación externa. Esto es obvio, la clave está en hacerlo de manera óptima, es decir, endeudarse a un nivel no excesivo que pudiera acarrear futuros problemas financieros.

Hay que encontrar el equilibrio entre la capacidad de endeudamiento y la capacidad del negocio para generar el beneficio que permitan subsistir, pagar los intereses que se deben a la entidad financiera que concede el préstamo y evitar la escasez de recursos financieros.

Como vemos, no se debe temer a recurrir a la financiación externa, de hecho, contar con otros recursos que no sean los propios puede fortalecer el negocio. Además, en la actualidad existen fórmulas de financiación distintas a las tradicionales de la banca por las que puedes obtener crédito para tu proyecto de una manera más barata.

Entre ellas:

1. Las Líneas ICO (Instituto de Crédito Oficial). Son unos tipos de préstamos a los que puedes acceder para conseguir financiación en una situación de dificultad de acceso al crédito bancario. Cambian de manera anual y tienen un límite máximo de 12,5 millones de euros por cliente.

2. Las Sociedades de Garantía Recíproca o SGR son entidades financieras que facilitan el acceso al crédito de las pequeñas y medianas empresas y mejoran sus condiciones actuando de intermediarias a través de la prestación de avales.

3. El factoring es el método con el que puedes financiarte con tus propias facturas impagadas. Una empresa se hace cargo de cobrarlas y a cambio se lleva un porcentaje de las mismas.

4. Los Business Angels son inversores privados que apuestan por determinadas ideas financiándolas para luego quedarse con parte de la ganancia.

5. Las incubadoras de startups tienen una finalidad parecida a la del business ángel y son organizaciones que aportan recursos de todo tipo para que un negocio salga adelante.

6. El Crowdfunding supone un método de financiación colectiva a través de inversores anónimos que aportan cierto capital para poner en marcha la idea a cambio de algún tipo de contraprestación que no suele ser monetaria.

7. El Crowdlending sería la modalidad de la anterior evolucionada y en este caso sí que hay una finalidad monetaria, el cobro de intereses, para invertir en determinado negocio.

8. Los fondos de capital de riesgo suelen tener detrás a un «prestamista» que asume el riesgo de que la idea no triunfe y pierda el capital invertido sin opción a retorno.

9. La emisión de deuda implica «vender» la deuda que tengas contraída a otras empresas o entidades para poder financiarte con el capital obtenido.

2. Ajusta tus costes

Establecer una estructura de costes flexible y ajustada a las necesidades del negocio, supondrá estar capacitado para establecer márgenes reales y aumentar la capacidad de ahorro. Para esto son fundamentales llevar la contabilidad al día y conocer a fondo el modelo de negocio implementado.

Al principio será más complicado ser realmente crítico en este sentido, pero en cuanto que la actividad esté funcionando se podrán cribar de manera lógica aquellos gastos que inicialmente se creían necesarios y que en la práctica son eludibles.

Recuerda que tendrás que analizar tanto los gastos variables, aquellos que se relacionan directamente con el volumen de producción (si crece la producción = crecen los gastos), como los gastos fijos, no dependientes de tus ventas, están siempre ahí para que el propio negocio esté en marcha (tasas, alquiler de un local, cuota de la Seguridad Social, etc.).

Podrás incidir sobre todo en los gastos variables buscando nuevos proveedores, mejores acuerdos en la distribución de tu producto, mayores beneficios con las entidades financieras con las que te relaciones, etc.

3. Planificación de la tesorería del negocio

Un negocio bien planificado en cuanto a la previsión de cobros y pagos permite capacidad de reacción. Uno de los principales problemas de autónomos y pymes es la morosidad con la que se encuentran a diario por parte de sus clientes. Si se puede establecer una suerte de calendario en el que marcar los días de cobro y pago, se logrará mantener un equilibrio entre lo que se ingresa y lo que se gasta. Ese calendario debería marcar la hoja de ruta del negocio.

Habrá que reclamar el pago a los clientes, incluso incentivando de algún modo el pago anticipado a las fechas previamente señaladas, y convencer a los proveedores de que retrasen su cobro hasta que tú hayas cobrado.

4. Recurre a la financiación a corto plazo

Si llega a producirse un desfase entre cobro y pago habrá que recurrir a líneas y pólizas de crédito o a las líneas de descuento de pagarés y cheques. Sale más caro, pero evita que el problema se haga más grande. Y si, en vez de enfrentarse a un problema temporal se convierte en algo estructural y a largo plazo, habrá que tomar medidas más drásticas teniendo, siempre, en cuenta el consejo del que hablábamos en el punto: buscando un equilibrio.

5. Ten en cuenta los aplazamientos que permiten tanto Hacienda como Seguridad Social

Para un autónomo y una pyme es sumamente importante conocer las fechas obligatorias en las que tienes que hacer frente a tus obligaciones con los organismos públicos. Y, del mismo modo, estar al tanto de los márgenes que tanto la Seguridad Social como Hacienda tienen previstos para que se puedan aplazar sus pagos. Es decir, el propio Estado puede convertirse en financiador.

Solicitar un aplazamiento supone que habrá que asumir los intereses que se devengan del mismo. Así que hay que ser cauto y poner un límite máximo a la cantidad a aplazar teniendo en cuenta ese recargo que habrá que afrontar. Hacienda permite aplazar hasta 30.000 euros sin aval, misma cifra y circunstancia admite Seguridad Social.

Con carácter general se puede aplazar las cuotas del IVA no cobrado, el IRPF y el Impuesto de Sociedades, con excepción del modelo 111 de retenciones e ingresos a cuenta del IRPF  y los pagos fraccionados del Impuesto de Sociedades.